jueves, 8 de noviembre de 2007

EL ADOBE

La historia etimológica de la palabra adobe evidencia la antigüedad de este material de construcción compuesto de una mezcla de fango, arena, paja y otros componentes orgánicos que distingue la arquitectura de diferentes regiones del Norte de África, la cuenca del Mediterráneo y Oriente Medio, Latinoamérica y el sur de Estados Unidos… El término procedería del signo jeroglífico egipcio ‘tob’, que significa ladrillo, y que se incorporó posteriormente a otras lenguas, entre ellas al árabe como ‘at-tub’ o ‘atobe’, del que deriva el castellano ‘adobe’. La mezcla de adobe puede servir para fabricar en moldes ladrillos que se secan al sol; pero también puede ser usada aún fresca para construir la estructura deseada, que puede solidificarse con resistencia comparable a la de la piedra. Definido como un material humilde, propio de arquitecturas vernáculas, el actual interés que suscita el adobe en ámbitos académicos y la práctica profesional actual, particularmente en EE.UU y diferentes regiones de Latinoamérica, evidencian la energía con la que éste sigue vigente. Se trata de un material que proporciona unos niveles de climatización óptimos en zonas muy áridas, manteniendo una temperatura estable en el interior del edificio, evitando recurrir a métodos artificiales y contaminantes; requiere métodos de construcción muy sencillos y es capaz de adaptarse a diferentes tipologías arquitectónicas. Soberbias construcciones suntuarias y domésticas de la región africana de Sahal, funcionales viviendas modernas en Nuevo Mexico, estructuras de tipología ancestral perviviendo en Siria, Irán o Turquía... La intensidad de esta actual mirada hacia el adobe responde no sólo a la preocupación por el medio ambiente sino hacia una búsqueda de nuevas posiciones físicas y psicológicas del hombre en el entorno. El arquitecto Nader Khalili observa estas estructuras casi como síntesis alquímicas, producto de la unión de los elementos primordiales: tierra, agua, aire y fuego. La construcción en adobe permite retornar a una arquitectura esencial. Una idea que no debe leerse textualmente, para evitar incurrir en el error de pensar que es la solución para nuestras urgencias climáticas y de preservación del equilibrio ecológico. Modelos como el propuesto por Swan funcionan en ciertas condiciones y a escalas limitadas, pero lo que es fundamental rescatar de ellas es la idea conceptual de una construcción que recupera el sentido de la materialidad, del espacio y su magia contenedora; e inspiran para indagar, desde perspectivas más armonizadoras entre hombre y naturaleza, cuáles son los materiales que pueden brindarnos estos mismos beneficios a gran escala para el futuro.